La mitzvá de estudiar Torá (Talmud Torá) se ha equiparado al cumplimiento de todos los preceptos, y su recompensa es equivalente a la retribución de todas las mitzvot. Esto obedece a dos motivos: en primer lugar, sin el estudio de la Torá resulta imposible cumplir los preceptos como corresponde, y encaminarse por las sendas de la fe y la moral. En segundo lugar, el estudio de la Torá tiene lugar en el más elevado ámbito del ser humano, en su mente y en su alma, por lo que es la actividad que más lo eleva tanto a él como al mundo.
Dijeron nuestros sabios que la Torá es anterior al mundo, que en un principio HaShem creó la Torá, la cual contiene todos los ideales, y luego, sobre la base de un programa oculto en ella, creó el universo. Por el mérito del pueblo de Israel que estudia la Torá día y noche el mundo se sostiene, y en la medida que los judíos profundicen más en su estudio, revelen en ésta más ideas y conceptos que lleven al incremento de la vida y la bendición en el mundo este alcanzará su completa reparación.
Si bien los estudiosos de la Torá analizan sus fundamentos y dictan halajá, el precepto de estudiarla y enseñarla pertenece a cada uno de los judíos. Esto se debe a que cada estudio de Torá que lleva a cabo alguien del pueblo de Israel, hace brillar una luz acorde a su alma y al momento del aprendizaje, y por medio del entendimiento se revela un nuevo aspecto de esta que suma vida y bendición al mundo. Cada estudio de cada judío se reúne y se computa, por medios directos e indirectos, en el corazón y la consciencia de los sabios de Israel que siguen descubriendo y explicando las palabras de la Torá.