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Es un precepto positivo que el padre rescate a su hijo primogénito por medio de la entrega de dinero al cohen cuando el bebé alcanza la edad de un mes. Este precepto fue fijado tras la plaga de la muerte de los primogénitos egipcios al tiempo que los israelitas fueron salvados, y de ese modo quedaron consagrados al sacerdocio. Esto implicaba que debían conducirse con recato y santidad y cumplir los roles de rabinos y educadores, de manera que en cada tribu y familia había personas consagradas que ejercían como cohanim. Sin embargo, durante el pecado del becerro de oro los primogénitos fallaron y no evitaron que el pueblo pecase. Quedó claro entonces que para mantener la santidad en el pueblo de Israel era necesario dedicarle a ello una tribu completa, en la que todos sus miembros se fortalecieran unos a otros en el cumplimiento de tan trascendente misión. HaShem escogió a la tribu de Leví por no haber participado en el pecado del becerro de oro. Sin embargo, dado que desde un principio los primogénitos debían ocupar el rol del sacerdocio, es preceptivo para el padre rescatar a su hijo primogénito y abonar el importe del rescate a un cohen (sobre el sacerdocio en el pueblo de Israel ver 16:9).
El significado del precepto es que en todo primogénito anida una santidad especial, ya que por su intermedio comienza a manifestarse la vida de la siguiente generación. No obstante, en la práctica, resulta dificultoso revelar el significado de esta santidad en término de valores. Esto se debe a que esa sensación de responsabilidad extra que recae sobre el primogénito, a veces lo lleva a incurrir en una conducta vanidosa que genera tensión en la familia, y por lo tanto, es necesario rescatarlo para que pueda vivir como una persona común y se vaya abriendo camino en la vida con humildad y moderación.
