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- Entre el hombre y su Creador -

Sobre las diferencias entre hombres y mujeres

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Sobre las diferencias entre hombres y mujeres

En aquellos preceptos que se cumplen públicamente, como en el caso de los rezos comunitarios en la sinagoga, existen diferencias notorias entre los deberes de los hombres y los de las mujeres. La explicación comúnmente aceptada es que las mujeres están exentas de aquellos preceptos cuya observancia puede afectar las funciones de cuidado de la familia y crianza de los hijos. Sin embargo, las mujeres están preceptuadas del rezo de la Amidá y el recitado de las bendiciones matinales (birkot hashajar), que pueden llevarse a cabo en la comodidad del hogar y sin alterar su funcionamiento. Cuando los niños son pequeños, a la mujer le resulta difícil rezar la Amidá con la debida concentración, por lo que está exenta de hacerlo, pudiendo limitarse únicamente al recitado de las bendiciones matinales.

Tal como vimos en el capítulo que se ocupa de las cuestiones del Templo (arriba 19:2), en el Santo Sanctorum se manifestaban dos valores fundamentales: las Tablas de la Ley y la santidad del matrimonio. Sobre los varones recae la responsabilidad de expresar públicamente el pacto existente entre D´s y el pueblo de Israel por medio de la labor de los sacrificios en el Templo y los rezos en las sinagogas, que son una especie de 'pequeño Santuario', al tiempo que sobre las mujeres recae la responsabilidad de expresar la santidad del matrimonio y los valores de la familia al interior del hogar, y de ese modo la propia familia judía se torna un 'pequeño Santuario'. El sacrificio que los hombres ofrendan es el cumplimiento de los preceptos marcados por el tiempo y la asistencia fija al rezo con minián, al tiempo que el sacrificio que las mujeres ofrendan es la dedicación al buen funcionamiento de la familia y la crianza de los hijos. Un sacrificio no tiene por qué ser una tarea pesada, sino por el contrario, edificante y motivo de alegría, pero recibe esa denominación porque de no mediar la disposición a la entrega y a persistir aun cuando resulta difícil, no es posible preservar estos valores, ni acercarse a D's, ni a los ideales Divinos. En otras palabras, así como los hombres son más responsables por la obtención del sustento familiar y los quehaceres comunitarios, de igual manera tienen la función de dedicar tiempo al rezo con minián para revelar la santidad en el ámbito público. Así como las mujeres detentan una mayor responsabilidad en el ámbito casero, de igual manera su rol es el de revelar la santidad en el interior del hogar. 

Dado que los hombres y las mujeres comparten su pertenencia al mismo conjunto de valores, estas están vinculadas a los preceptos de los varones en el ámbito de la sinagoga al tiempo que los varones están también vinculados a los preceptos femeninos que se observan en el seno del hogar. Incluso hace dos mil años, había mujeres que visitaban asiduamente la sinagoga y los sabios nos relatan que en virtud de esa práctica alcanzaron la longevidad. Por otra parte, había también hombres que se dedicaban a los quehaceres domésticos. Sin embargo, en el pasado, en virtud de lo pesado de las tareas hogareñas y la dificultad en obtener el sustento fuera del hogar, solo unas pocas familias actuaban de un modo que difería con la división tradicional de las responsabilidades. No obstante, según la halajá, sobre la base del deber masculino en el ámbito de la manutención y las funciones propias del dominio público y de su contraparte femenina en el ámbito del hogar, cada pareja es libre de escoger cómo estructurar su vida familiar y cómo dividir los roles entre sí, tanto sea de un modo tradicional o de otro más igualitario en el cual la mujer tenga mayores responsabilidades en el terreno de la obtención del sustento y el cumplimiento de funciones públicas y el hombre mayor injerencia en el cuidado de la familia y la cría de los hijos. Naturalmente, en la medida que más y más mujeres trabajen y activen fuera de la casa, se incrementará sobre estas el deber de santificar el Nombre de D´s en el ámbito público, al tiempo que se intensificará el deber de los hombres de participar en las labores domésticas y familiares. 

En el próximo capítulo nos ocuparemos de las leyes del rezo y del orden diario de vida, áreas en las cuales no existen diferencias entre los deberes de ambos sexos, y en el capítulo que le sigue, continuaremos el desarrollo y la explicación de las leyes de aquellas plegarias que son obligatorias para los hombres y opcionales para las mujeres.