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La sinagoga está destinada a cuestiones referidas a la santidad, por lo que no se debe ingresar a ella si no es con la finalidad de realizar acciones vinculadas a este menester, tales como rezar o estudiar Torá. En su interior, no se debe conversar de cuestiones relacionadas con el comercio o la economía, y obviamente que está prohibido hacer acciones jocosas o bromear. Sin embargo, dentro de la sinagoga se permite llevar a cabo reuniones sobre cuestiones vinculadas al cumplimiento de preceptos. Se prohíbe entrar a la sinagoga con la cabeza descubierta, se debe poner énfasis en su aseo y es preciso tener cuidado de no ingresar con los zapatos sucios de lodo. Es preceptivo caminar rápidamente hacia la sinagoga para expresar así el deseo de conexión a cuestiones vinculadas con la santidad, al tiempo que al salir de esta se debe caminar lentamente como quien lamenta tener que separarse de lo sagrado.
Dado que el rollo de la Torá escrito sobre un pergamino con tinta negra es un testimonio fidedigno del evento acaecido en el Monte Sinai y de la entrega de la Ley por parte de HaShem, resulta preceptivo respetarlo y embellecerlo, por lo que para su guardado se prepara un armario especial que recibe el nombre de Arca Sagrada (Arón HaKodesh). Quien divisa un rollo de la Torá al ser transportado, debe ponerse de pie. Otro tanto acostumbra a hacerse cuando el Arca Sagrada es abierta.
