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Además de la sinagoga, de cierto modo todo hogar judío debe ser un pequeño Santuario y la mezuzá viene a expresar este concepto. La mezuzá es un pergamino sobre el cual se escriben dos porciones de la Torá que son fundamentos de la fe judía, Shemá Israel y VeHaiá Im Shamoa, los cuales son leídos durante el recitado del Shemá (adelante 21:16-17, 22:3-4). El pergamino es enrollado y se fija sobre toda puerta de entrada, tanto a la casa como a cualquier habitación.
El hogar le confiere protección al ser humano, por ello, quien se encuentra en su interior puede llegar a olvidar que HaShem es quien le otorga la vida y le cuida, eso es lo que la mezuzá viene a recordar, y por su mérito los habitantes de la casa en cuestión se conectan con la fuente de la vida y alcanzan la longevidad, tal como fue dicho: "Para que se multipliquen vuestros días y los días de vuestros hijos" (Devarim-Deuteronomio 11:21). La vida humana se divide entre el hogar y el exterior. El hogar no puede proveerse a sí mismo de todas sus necesidades, por ello, la persona debe salir para traer alimento a su familia. También desde el punto de vista espiritual el hogar no puede satisfacer todas las aspiraciones, y quienes en él habitan precisan salir para conectarse con el mundo exterior y traer de él ideas agregadas, las cuales podrán seguir siendo elaboradas al regresar al entorno hogareño. La puerta es el sitio que expresa el pasaje entre el hogar y el exterior, y allí la Torá ordenó que se fije la mezuzá, para que justamente en ese punto de transición la persona recuerde los fundamentos de la fe que están escritos en su interior. Así, al ingresar a su hogar, la persona sabrá qué ideas resulta apropiado traer, y al salir, recordará la mezuzá y no se dejará arrastrar por pensamientos foráneos y ajenos a su ser.
