Es precepto de la Torá hacer participar de la alegría festiva a las personas pobres y solitarias e invitarlas a las diferentes comidas, tal como fue dicho: "Y te regocijarás en tu festividad: tú, y tu hijo y tu hija, y tu siervo y tu sierva, el leví, el prosélito, el huérfano y la viuda que está en tus ciudades" (Devarim-Deuteronomio 16:14). Estos son los invitados o ushpizín en arameo, los huéspedes que es preceptivo invitar a la Sucá. Respecto de ello, dijeron los sabios de la Kabalá que corresponde invitar también a los convidados superiores o 'ushpizín ilaín', a las almas de los siete justos: Abraham, Ytzjak, Ya'akov, Yosef, Moshé, Aharón y David, cuya luz brilla en Sucot y cada uno de los días una de las almas lo hace en forma particular. Sin embargo, quien no invita personas necesitadas o que están solas a su Sucá, las almas de los justos en cuestión no brindan de su inspiración a su cabaña. Quien da tzedaká a personas necesitadas antes de la festividad cumple igualmente con este precepto, a pesar de que se lo cumple con mayor excelencia agasajándolas directamente en la Sucá. En nuestra generación, resulta necesario reforzar nuestro cumplimiento en esta cuestión, ya que, si bien la personas que pasan hambre son menos frecuentes, por otra parte, aquellas afligidas o solitarias aumentaron en número y es un gran acto de bien invitarlas y hacerlas participar de la alegría festiva.