Rosh HaShaná es un día encumbrado e insondable, aquel en el cual HaShem crea el nuevo año y concede nueva vida a todas Sus creaturas. La raíz de este día se encuentra en las altas esferas celestiales, más allá del tiempo y el espacio, por ello su juicio y sus cuestiones resultan inescrutables y se revelan poco a poco. Este día tiene lugar en el novilunio, en el cual la luna que estuvo oculta por una jornada comienza a revelarse, y por ello recibe el nombre de 'Kese', vocablo derivado del hebreo 'kisui' que significa ocultamiento. Otra expresión de su carácter arcano y oculto radica en el hecho de que como los meses se consagran por medio de testigos que se presentan ante el tribunal, no se podía saber cuándo habrían de llegar estos y por ende cuándo habría de celebrarse Rosh HaShaná. Por lo tanto, a pesar de que por la ley de la Torá Rosh HaShaná se celebra solamente un día, en virtud de la duda, en la práctica debió celebrarse durante dos. También después de que se comenzó a consagrar los meses según cálculo astronómico, nuestros sabios fijaron que continuemos celebrando el año nuevo por dos días. El motivo profundo de ello es que en virtud de la encumbrada elevación de Rosh HaShaná precisamos de dos días para asimilar toda su luz.