Dentro de la realidad natural se oculta la Providencia Divina destinada a guiar de un modo especial y exacto a todo ser humano, según lo que le resulta acorde. Por lo general incrementa la recompensa para los justos y el castigo a los malvados. Sin embargo, a veces, su modo de actuar resulta complejo, pone a prueba a las personas al provocar sufrimiento a los justos y proveer de deleites a los malvados. De ese modo, la Providencia Divina potencia la prueba y el libre albedrío, y por su intermedio, los justos que le prestan atención se fortalecen en su fe y finalmente reciben un incremento en su bendición, al tiempo que los malvados, en virtud de su villanía, se complican con ella por lo que son castigados. Aparentemente, esto resulta difícil de comprender ya que la Torá explica ampliamente que HaShem recompensa a los justos y castiga a los malvados en este mundo, por lo que, ¡¿cómo es posible que una persona justa sufra y una malvada disfrute?! Lo que ocurre es que la recompensa que la Torá detalla en este mundo está destinada a la generalidad del pueblo de Israel como entidad colectiva y no a las personas individuales.