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HaShem creó el cielo, la tierra y todo los que contienen ("sus ejércitos" literalmente) en seis días, y en el séptimo día cesó de toda Su labor. El objetivo último de la Creación es la de hacer el bien con las creaturas, tal como fue dicho: "Vio Elohim todo cuanto había hecho y he aquí que era muy bueno" (Bereshit-Génesis 1:31). Para que el ser humano pueda acceder al bien en su completitud, HaShem lo creó a la imagen Divina y le cedió un lugar para que sea socio en el perfeccionamiento y la reparación del mundo, tal como fue dicho: "Creó Elohim al ser humano a Su imagen, a la imagen de Elohim lo creó: macho y hembra los creó" (ídem 1:27). "Tomó HaShem Elohim al hombre y lo estableció en el jardín del Edén para cultivarlo (perfeccionarlo) y preservarlo (que no se estropee)" (ídem 2:15).
La duración de los seis días descritos en la Torá puede interpretarse de diferentes maneras, ya que únicamente en el cuarto día fueron creados el sol y la luna, y por ende está claro que no se trata de días comunes, sino que tienen por cometido describir el orden conceptual de la Creación para el ser humano. En las últimas generaciones la teoría de la evolución se tornó aceptada en la sociedad moderna y hasta puede ser compatible con las palabras de la Torá, si los días del relato significan eras y el significado de la creación del hombre es el alma que el Eterno insufló en su interior, la cual le permite optar por hacer progresar el mundo y perfeccionarlo. De todas maneras, aun cuando pueda ser aceptada la teoría de la evolución, el proceso creacional tuvo lugar de un modo planificado y con un propósito por parte del Creador, y la finalidad del hombre creado a imagen Divina es escoger el bien y ser socio en el perfeccionamiento del mundo.
