Los comerciantes tienen prohibido aprovechar la inocencia de los compradores y engañarlos por medio de un informe no exacto de la calidad de la mercadería o cobrando un precio exagerado, sino que deben proceder con honestidad, tal como fue dicho: "y cuando realices una venta para tu prójimo o al comprar de mano de tu prójimo, no habréis de engañar un hombre a su hermano" (Vaikrá-Levítico 25:14). Este precepto incluye el deber de que las pesas y medidas de los vendedores sean exactas, tal como fue dicho: "No hagáis iniquidad en el juicio, ni en la medida de longitud, ni en el peso, ni en la medida de capacidad. Balanzas justas, pesas justas, efá justa e hin justo habréis de tener. Yo soy HaShem vuestro D's, que os saqué de la tierra de Egipto" (ídem 19:35-36). Esto y más, nuestros sabios ordenaron también que una persona no mantenga en su casa una balanza descalibrada, no sea que se vea tentado a estafar por su intermedio.
Es preceptivo para los comerciantes decir la verdad, no debiendo exagerar en la calidad de su mercadería y obviamente absteniéndose de mentir lisa y llanamente. En caso de haberse comprometido ante fulano a venderle a un precio determinado o suministrarle mercadería en una fecha determinada, deberán cumplir con su palabra. A veces, la competencia es intensa y las circunstancias que se presentan difíciles, pero un comerciante que se conduce con rectitud finalmente triunfa pues la credibilidad es el verdadero fundamento del éxito en este mundo y en el venidero.
Está prohibido evadir impuestos, ya que todo evasor roba a la sociedad. El comprador tiene también prohibido participar de la evasión, por lo que si el vendedor pregunta al comprador cómo prefiere realizar la transacción, con boleta o recibo o factura por 1000 o sin ella por 900 - habrá de comprar por 1000 con boleta.
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1 Tanto la 'efá' como el 'hín' son medidas bíblicas (n. de t.).