Es precepto de la Torá no destruir cosas útiles o beneficiosas, trátese de alimentos como de utensilios, ropa, materias primas o artículos ornamentales. La degradación de recursos naturales, por ejemplo, tapar un manantial o contaminarlo, se incluye en la prohibición de 'no malograr o destruir'. En el pasado, la capacidad del ser humano de afectar negativamente al medio ambiente era mínima, por lo que el énfasis central de este precepto se enfocaba en no dañar árboles frutales o el acueducto que los riega. Sin embargo, en las últimas generaciones, a raíz del desarrollo de la tecnología y el incremento de la población, la capacidad humana de contaminar el aire, el suelo, el agua y destruir el ambiente se incrementó notablemente, por lo tanto, sobre los líderes de los países recae la responsabilidad de establecer leyes y regulaciones que protejan al medio ambiente y es preceptivo para toda persona el acatar estas normativas. En este espíritu de cosas, nuestros sabios dijeron: "Cuando el Santo Bendito Él creó al primer Adam lo llevó a recorrer todos los árboles frutales y le dijo: Mira mi obra, cuán bella y excelsa es, todo lo que creé fue para ti, pon cuidado en no estropear ni destruir Mi mundo, pues si lo malogras no habrá quien lo pueda reparar".