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Tal como se nos ordenó envolver o rodear el sonido de la teruá que expresa quebrantamiento y llanto con toques que aluden a estabilidad y alegría, así es también el carácter del día de Rosh HaShaná. O sea, a la vez de tratarse de un día de teruá y juicio, es también un día festivo, en el cual resulta preceptivo celebrar dos comidas importantes, una por la noche y la otra de día, y en ellas alegrarse con vino y carne. Pero dado que se trata del 'Día del Juicio', no se debe exagerar en las comidas, que por una parte deben ser más importantes que las de Shabat, pero no como las de las tres fiestas de peregrinación (sheloshet haregalim). Asimismo, es preceptivo en Rosh HaShaná vestir ropas festivas y elegantes, pero en virtud del temor por el juicio no las más bonitas que tenemos, como las que vestimos en las demás festividades. Hay quienes acostumbran a vestir en Rosh HaShaná prendas blancas como forma de expresar nuestro deseo de limpiarnos y purificarnos de todos nuestros pecados. Aquella persona cuya cabellera esté crecida al grado de no resultar presentable, debe cortarse el cabello antes de Rosh HaShaná. Quien acostumbra a afeitarse, debe hacerlo en honor a Rosh HaShaná.
Dijeron nuestros sabios, que cortarse el cabello, vestir ropa festiva y celebrar comidas alegres expresan la confianza del pueblo de Israel en HaShem, en cuanto a que Él nos habrá de juzgar con benevolencia. Aparentemente, cabría preguntarse, ¿cómo podemos celebrar en Rosh HaShaná y estar seguros de que nuestra sentencia habrá de ser favorable? Todos los años hay personas que fallecen, muchas otras se ven afectadas por todo tipo de problemas o se enferman, por lo que no todas las personas son juzgadas positivamente. La repuesta es que toda aquella persona que cumple los preceptos festivos como corresponde, acepta sobre sí el Yugo de HaShem, bendito sea, y en virtud de ello se despierta al retorno en arrepentimiento, se le asegura que HaShem lo juzgará favorablemente, ya que Su voluntad es prodigar el bien a Sus creaturas. En resumidas cuentas, la intención es que HaShem nos bendiga con un año bueno tal como suele ocurrir. Pero nosotros también sabemos que a veces, en virtud de nuestros pecados o por carencias del mundo, HaShem entiende que es bueno que la persona muera o padezca sufrimiento, pues de esa manera refina sus acciones y podrá acceder a una buena vida en el Mundo Venidero. Si bien estamos interesados en que el bien Divino se revele ante nosotros en este mundo sin que medien sufrimientos, en caso de no haberlo logrado, sabemos que la sentencia es para nuestro bien e igualmente corresponde alegrarnos.
Por lo tanto, HaShem estableció Rosh HaShaná como día festivo, para enseñarnos que el juicio es para bien y para alegría. En las festividades cesamos en la realización de labores y descansamos de las preocupaciones que estas generan, descubrimos la santidad en la Torá, en el rezo y en la alegría preceptiva de las comidas. Si no fuese preceptivo hacer de este un día festivo, en virtud del temor que despierta el juicio, muy probablemente lo pasaríamos ayunando y sumidos en peticiones personales, lo cual lejos de resultar beneficioso, generaría estragos. Esto es así ya que la mayoría de los pecados provienen del hecho de que el ser humano olvida su rol sagrado y se dedica a sus cuestiones personales. Y ahora, sobre la base de la santidad festiva, el pueblo de Israel reza por la revelación del reino de HaShem en el mundo y se despierta a un retorno en arrepentimiento motivado por el amor, y sale airoso del juicio y es bendecido con un buen año.
