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La luz que ilumina las tinieblas – la Torá Oral

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La luz que ilumina las tinieblas – la Torá Oral

La festividad de Janucá cae en una temporada en la cual las noches son las más extensas del año, la luna tampoco alumbra, la oscuridad alcanza su punto máximo y el frío invernal se extiende sobre todo el país. Cuando el sol se pone y la oscuridad comienza a cubrir la tierra, los judíos salen con candelas en sus manos, encienden las velas de Janucá y de ese modo representan a la formidable fe judía que supera todas las tinieblas. Aun en los períodos más sombríos, cuando enormes imperios dominaban cruelmente al mundo los judíos no perdieron sus esperanzas en la luz de la Torá y de la fe y continuaron estudiando y enseñando, demostrando al mundo entero cómo incluso un poco de luz puede alumbrar a la oscuridad.

Los de Janucá son días de la alegría de la Torá Oral, porque tanto el festejo como el encendido de velas son de los primeros preceptos que fijaron nuestros sabios, y específicamente el de las candelas, expresa la luz singular de la Torá Oral que es capaz de alumbrar en las profundidades de la penumbra. En los días del Primer Templo, la profecía era común en el pueblo de Israel, y por ende, los judíos se dedicaban principalmente a la Torá Escrita, o sea, a las grandes revelaciones proféticas. Luego de la destrucción del Primer Templo y tras la desaparición de la profecía, llegó el momento de la Torá Oral. Los principios fueron fijados por la Torá Escrita y el modo de llevarlos a la práctica fue pavimentado por los sabios de la Torá Oral. Si bien la luz de la Torá Escrita brilla más, asemejándose al sol del mediodía, al tiempo que la de la Torá Oral se parece más a la luna y a las estrellas por su menor resplandor, sin embargo, esta última es capaz de descender hasta los sitios más recónditos del alma humana e iluminar en todos los rincones oscuros del mundo. En tiempos del Segundo Templo se estableció la base del orden del estudio de la Torá Oral, se fijaron todos sus reglamentos, límites y costumbres y de ese modo la luz de la Torá fue traída de la dimensión eterna hacia este mundo y gracias a ella pudimos enfrentar las dificultades del exilio. Las velas de Janucá expresan las diminutas luminarias de la Torá Oral que alumbran todos los sitios oscuros. El incremento diario en el número de velas expresa el aumento de luz que se va reforzando paulatinamente hasta que tengamos el mérito de iluminar todas las penumbras. Tanto los ocho días festivos como las velas, expresan el objetivo de reparar al mundo que fue creado en siete días, aludiendo al grado ocho que está por encima de la naturaleza y por cuyo intermedio es posible elevar y reparar al mundo entero bajo la Soberanía de HaShem.       

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