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La impureza de la nidá y su tratamiento

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La impureza de la nidá y su tratamiento

Sangre que sale del útero impurifica a la mujer. Durante los días de su impureza que van desde que ve la sangre y hasta su inmersión ritual, la pareja tiene prohibido tanto mantener relaciones sexuales como tener contacto corporal. Esto representa un gran desafío pues la separación genera una gran aflicción, las añoranzas se intensifican día tras día y la pareja se mortifica por un amor que no puede manifestarse físicamente. Sin embargo, paralelamente a las dificultades que depuran el amor, la expectativa se incrementa e intensifica hasta llegar a la noche de la inmersión ritual que es cuando pueden volver a unirse, con un sentimiento de amor y una alegría que logra traspasar los límites entre ellos. 

El pleno significado de los preceptos Divinos no lo podemos comprender cabalmente, pero sí podemos entender que nos fueron entregados para nuestro beneficio tanto en este mundo como en el venidero. Esta dolorosa separación nos fortalece, al tiempo que potencia, profundiza e inyecta entusiasmo al amor. Esto es así ya que a través del alejamiento temporal, en cada mes la pareja vuelve a desearse mutuamente como en el día de su casamiento. Mientras tanto, en los días de la separación esta debe contentarse con conversaciones o dedicarse a tareas agotadoras que aplaquen la pena de la distancia. Cabe agregar que, en términos generales la impureza está vinculada a la muerte, por ello la persona muerta es considerada como el 'padre de toda impureza' (Aví Avot Hatum'á). Asimismo, la sangre menstrual expresa una forma determinada de muerte ya que se trata de la pérdida de tejidos y óvulos destinados a dar a luz un ser humano. Según esta explicación la pérdida expresa también nuestra capacidad limitada de vivir y de amar. Todo psicólogo habrá de concordar de inmediato con que las temporadas de separación son un modo sumamente eficaz de preservar encendido el fuego de la pasión en el seno de la pareja. Sin embargo, de no mediar los preceptos de la Torá, el ser humano carece de la templanza necesaria para realizar una acción tan difícil. 

Por el mérito de estos dos extremos que son los preceptos de la alegría de la oná y la separación de la nidá, la pareja mantiene su amor en su forma más pura, al tiempo que este se va refinando mes a mes. Al avanzar y acercarse a los días en los que las reglas se interrumpen ya saben cómo alegrarse mutuamente de gran manera y su amor se torna más profundo y ya no precisan de los días de separación. Asimismo, durante los días del embarazo o el amamantamiento no hay período menstrual y puede decirse que por el mérito de la potenciación de la vida que estos generan el amor marital adquiere una profunda vitalidad que se fortalece sin necesidad de que medie la separación.

La impureza de la nidá se origina en la Torá, tal que, incluidos los días del sangrado, esta se prolonga únicamente por siete días. La mujer que entra en la categoría de zavá -cuyo sangrado se prolonga de un modo irregular tres días más que la menstruación normal- debe contar desde la interrupción del sangrado siete días limpios. Según nuestros sabios se acostumbra que cada mujer cuente siete días limpios desde la interrupción del sangrado al igual que la mujer zavá.

 

 

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  "Zava" es una mujer que se ha visto impura como consecuencia de un sangrado uterino por espacio de 3 días seguidos, fuera del período menstrual.

El proceso de purificación El proceso de purificación La interrupción del sangrado (hefsek tahará) Siete días limpios La diferencia entre un sangrado impuro y una mancha pura Preparativos para la inmersión ritual La inmersión en la mikve Distanciamiento durante los días de la impureza Tiempos de separación inmediatamente antes del período menstrual