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Las parejas que no pudieron engendrar enfrentan una gran prueba, hundirse en el dolor perdiendo su fe y su alegría o sobreponerse a su pesar intensificando el amor mutuo, cumpliendo el precepto de oná con especial regocijo y pensando permanentemente cómo alegrar a sus parientes y amigos. Pues en realidad, si bien no tuvieron hijos, su vida de pareja es intrínsecamente valiosa. Nuestros sabios del esoterismo (sabiduría oculta) explicaron que a través de cada uno de los contactos sexuales que se llevan a cabo con fidelidad, amor y pasión se incrementan la vida y la bendición en el mundo y nuevas almas son creadas en los mundos superiores que luego llegan al mundo a través de otras personas. Esto se debe a que este tipo de vínculo amoroso posee una santidad especial que es el del amor incondicional que no se sostiene en los niños que trajeron al mundo, sino que se basa en el afecto puro que los une, que es una expresión de la unicidad Divina.
