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Los parámetros del precepto

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Los parámetros del precepto

Existen tres niveles de cumplimiento del precepto: El deber de la Torá es tener un varón y una niña. El precepto de los sabios es tener cuatro hijos, y quienes cumplen con excelencia, más hijos según las posibilidades.

El precepto de la Torá es tener un hijo y una hija que puedan continuar procreando. En caso de que el varón o la niña resulten estériles, no se cumplió por su intermedio con el precepto. Si fallece un hijo o una hija sin dejar hijos, mientras los padres del fallecido están con vida – no cumplieron con el precepto. Pero si cada uno de ellos dejó un hijo, dado que su simiente se continuó por medio de dos nietos – cumplieron con el precepto. Aunque su hijo haya tenido a su vez diez hijos, si su hija falleció sin dejar hijos, si bien tuvieron el mérito de crecer y multiplicarse a través de su hijo – no cumplieron el precepto como corresponde ya que su descendencia se prolonga únicamente por vía de su hijo. 

Es preceptivo por orden de los sabios tener cuatro hijos. Esto obedece a dos motivos principales: el primero, el enorme valor de la vida que se manifiesta en cada ser humano. El segundo, quien tuvo ya un varón y una niña no puede estar seguro de que su familia continúe a través de ellos pues quizás uno de sus hijos fallezca, o no tenga hijos, o se quede soltero.

El cumplimiento con excelencia (hidur) es continuar teniendo hijos de acuerdo con las posibilidades de los padres, para sumar vida al mundo, y para que se cumpla en nosotros la bendición con la que HaShem bendijo a nuestros ancestros: "Y será tu descendencia cual polvo de la tierra" (Bereshit-Génesis 28:14), e incluso la herencia de la tierra de Israel y la redención dependen del cumplimiento de este precepto. 

La diferencia entre los distintos niveles de cumplimiento radica en que para cumplir el precepto de la Torá es necesario esforzarse mucho. Los solteros deben buscar pareja, a los casados a los que les resulta difícil concebir deben esforzarse realizando los tratamientos de fertilidad aceptados. Sin embargo, para cumplir con el precepto rabínico es necesario realizar un esfuerzo menor. Por ello, parejas que temen que se les dificultará mucho más de lo común criar hijos y educarlos no están preceptuadas de traer más niños al mundo que los fijados por la Torá. Pero personas comunes que no adolecen de ningún problema especial corresponde que no duden y observen el precepto rabínico de engendrar cuatro hijos. Si bien respecto del cumplimiento con excelencia cabe sopesar otras cuestiones como bienestar, alegría y la realización de aptitudes. Esto es, si bien con cada hijo se cumple un enorme precepto, en el caso de parejas que entiendan que de tener más hijos la carga se les tornará pesada y afectará su capacidad de vivir con tranquilidad y alegría, o les impedirá manifestar un talento que desean desarrollar, o que no podrán desempeñar los cargos de importancia que ocupan en su trabajo – podrán optar por no cumplir con especial excelencia. Todas estas cuestiones deben ser sopesadas a la vez por la pareja, y en caso de no concordar deben procurar conciliar, ya que son socios que dependen el uno del otro. En caso de que les resulte difícil alcanzar una resolución común es correcto que se asesoren con un rabino.

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