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Con la lectura de la porción de Zajor se cumple el precepto de la Torá de recordar las acciones realizadas por Amalek. Nuestros sabios establecieron que se lea el pasaje correspondiente en el Shabat anterior a Purim, porque en esta festividad se cumplió este precepto por cuanto que Hamán y muchos de sus socios en el plan de exterminio de los judíos eran descendientes de Amalek.
Hay tres preceptos en la Torá que se ocupan de la cuestión de Amalek: 1) Recordar lo que nos hizo Amalek. 2) No olvidarlo. 3) Eliminar a la descendencia de Amalek. El pueblo judío tiene en este mundo un gran desafío. El mensaje ideal y de fe que HaShem le encomendó al pueblo de Israel incita a los malvados del mundo a salir a combatirlo, y por ello ninguna nación en la historia ha sido tan perseguida como la judía. Todo esto comenzó con Amalek. La nación amalecita obtenía su sustento en base al robo y al pillaje. No se dedicaban ni a la agricultura ni a las labores artesanales, vivían en los páramos desérticos y de tanto en tanto atacaban zonas pobladas asesinando a parte de los hombres, vendiendo al resto de ellos junto con las mujeres y los niños como esclavos y saqueando sus posesiones. Eso es lo que intentaron hacer con el pueblo de Israel inmediatamente después de que este salió de Egipto. De forma natural, un judío tiende a ser compasivo y generoso, muchos de los preceptos de la Torá nos educan en ese sentido y por ello muy probablemente hubiesen tendido a perdonar a Amalek con el correr del tiempo. Sin embargo, la Torá nos ordenó recordar las acciones de Amalek y eliminarlo, y de ese modo, no olvidar que existe la maldad en el mundo y que es necesario luchar contra ella sin cuartel. Solamente después de ello podremos reparar el mundo.
No obstante, un amalecita que acepta observar los siete preceptos de los hijos de Noaj deja de pertenecer a la categoría de Amalek y está prohibido matarlo. Esto y más, antes de salir a la guerra contra ellos es preceptivo ofrecerles una rendición pacífica que incluya la renuncia a continuar con las acciones de asesinato y pillaje y la aceptación de los siete preceptos de los hijos de Noaj (ver arriba 17:22). Las autoridades halájicas debatieron respecto de si se puede o no aceptar a un amalecita como prosélito. Sin embargo, existe consenso en cuanto a que un amalecita que se nacionalizó o incorporó a otra nación pierde su estatus problemático anterior y posteriormente su descendencia puede convertirse al judaísmo. Asimismo, encontramos que nuestros sabios dijeron que descendientes del malvado Hamán enseñaron Torá en Bnei Brak.
