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Los días del milagro de Purim transcurrieron en un período sumamente delicado de la historia judía. Unos setenta años antes de ello, los babilonios destruyeron el Primer Templo y exiliaron a los judíos de su tierra. Mientras tanto, se conformó el imperio persa que derrotó a Babilonia y se apoderó de todos los países de la región, y su gran rey Ciro decretó que todos los judíos pueden retornar a su tierra y erigir nuevamente el Templo. Sin embargo, pocos lo hicieron, y por ello los opositores provenientes de las naciones de la región pudieron obstaculizar sus pasos e influenciar al reino persa para que ordene el cese de las obras de construcción de nuestro Santuario. En el interín, las masas judías en el imperio persa intentaban mezclarse con las demás naciones y conducirse como estas. Parecía que la gran misión para la cual el pueblo de Israel había sido escogido se diluía, que ya no había esperanza alguna de regresar algún día a Sion, y que la nación judía ya no traería el mensaje de D's al mundo.
Entonces, se desató en el Cielo una gran acusación sobre el pueblo de Israel, ya que tras haber sido escogido por HaShem entre todas las naciones para recibir Su Torá y tras haber residido la Divina Presencia en su seno, se conducen igual que los gentiles que se prosternan ante ídolos, y no ascienden a la tierra de Israel para erigir el Segundo Templo. Paralelamente, el malvado Hamán que era descendiente de Amalek fue nombrado primer ministro de la corte persa, y en virtud de su odio hacia el pueblo de Israel, condujo al imperio persa hacia la promulgación del nefasto decreto por efecto del cual el día 13 de Adar todos los enemigos de nuestro pueblo podrían "exterminar, matar y eliminar a todos los judíos, desde jóvenes hasta ancianos, infantes y mujeres en un solo día", así como también saquear sus pertenencias, a cambio de la promesa de otorgar al erario real la gigantesca suma de diez mil piezas de plata provenientes del pillaje (Ester 3:8-15). Hete aquí que resultó que HaShem anticipó un remedio al mal pues unos cinco años antes, después que el rey Ajashverosh mandó ejecutar a la reina Vashti, comenzaron a ser convocadas jóvenes solteras de todos los confines del imperio para que de entre estas, el rey escogiese a la mejor, según su parecer. La joven judía Ester, que había quedado huérfana de padre y madre y había sido adoptada por su tío Mordejai, fue también llevada por orden real junto a las demás jóvenes a la selección en el palacio real. De acuerdo con las directivas que le diera su tío, Ester ocultó su identidad judía y finalmente fue elegida la nueva reina. Cuando fue dictado el decreto de exterminio, Mordejai le pidió que arriesgue su vida en pos de sus hermanos, y a pesar del peligro, encontró la vía adecuada para desbaratar los planes del malvado Haman. En virtud de ello, se reveló que Mordejai fue fiel al rey y descubrió una conspiración que tenía por objeto asesinarlo, al tiempo que el malvado Haman, que celaba a Mordejai, mandó erigir un cadalso para ejecutar en él al judío. Entonces, Ajashversosh ordenó ahorcar a Haman en el cadalso que había preparado para Mordejai, y a este último lo nombró como primero entre los ministros en lugar del ejecutado, y en el día en el cual se había autorizado el genocidio judío, se les permitió a nuestros antepasados defenderse y doblegar a los enemigos que deseaban aniquilarles. Resulta entonces que todo se dio vuelta, 'nahafoj hu', en vez de que los enemigos del pueblo de Israel lleven a cabo su plan, el prestigio nacional judío se elevó en el seno de las naciones.
Al analizar en profundidad lo acaecido, vemos que el decreto dictado por el malvado Haman despertó el espíritu singular de Israel, y justamente entonces quedó a las claras que el pueblo judío está apegado a su fe con entrega y abnegación. En los días posteriores al decreto, los hijos de Israel retornaron en arrepentimiento y se reforzaron tanto en su rezo como en su estudio de la Torá. En virtud de ello, se despertaron en el seno de la nación judía las fuerzas necesarias para ascender a la tierra de Israel, poblarla y construir en ella un segundo Santuario en Jerusalém, abriéndose las puertas para el incremento del estudio de la Torá Oral que fue el emprendimiento u obra espiritual más importante del período del Segundo Templo. La alegría de Purim expresa la santidad eterna del pueblo de Israel, la cual, si bien a veces se oculta como producto de los pecados, no queda eliminada y vuelve a revelarse por medio de la conducción Divina.
