- La fe, el pueblo y la tierra de Israel -

La conversión al judaísmo y el amor al converso

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La conversión al judaísmo y el amor al converso

La conversión de gentiles que desean incorporarse al pueblo de Israel es uno de los fundamentos del judaísmo. A diferencia de la postura que entiende que un ser humano es incapaz de modificar su esencia, toda persona de entre las naciones que desee ingresar al pueblo de Israel, puede convertirse. Una vez convertida, la persona en cuestión es judía para todo propósito y es preceptivo ser cuidadoso de su dignidad en mayor medida que en la de un judío de nacimiento, ya que una pequeña ofensa puede resultarle muy dolorosa, y por ello la Torá es muy rigurosa en esta cuestión, estableciendo que todo aquel que hace sufrir a un prosélito transgrede tres prohibiciones. En primer lugar, está prohibido hacerle sufrir en la misma medida que a un judío común, y además la Torá advierte otras dos veces de no hacerlo, tal como fue dicho: "Al extranjero no harás sufrir ni le oprimirás, ya que extranjeros habéis sido en la tierra de Egipto" (Shemot-Éxodo 22:20). Y fue dicho: "Y cuando residiere contigo un extranjero en vuestra tierra, no habréis de hacerlo sufrir…" (Vaikrá-Levítico 19:33-34). Otro tanto ocurre respecto del amor al converso, en primer lugar, es preceptivo quererlo como a cualquier judío, y existe otro precepto de quererlo aún más, tal como fue dicho: "Amad al prosélito, ya que extranjeros habéis sido en la tierra de Egipto" (Devarim-Deuteronomio 10:19). En efecto, el converso merece ser doblemente querido ya que por libre voluntad abandonó a su nación, a su patria y escogió sumarse al pueblo de Israel. 

Gracias al buen trato dispensado a los conversos, el pueblo de Israel resultó bendecido. El primero de todos fue Moshé Rabenu quien desposó una mujer conversa, y luego, cuando su padre Ytró pidió convertirse, el pueblo de Israel lo acogió con honores y en virtud de ello pudieron recibir su buen consejo, el cual está registrado en la Torá en la porción de lectura que lleva su nombre. Otro tanto ocurrió con Boaz, quien se casó con Rut la conversa y tuvieron el mérito de ser los bisabuelos del rey David, el fundador de la dinastía real en Israel. Lo mismo pasó con Rabí Akiva, el más grande de los sabios de la Torá Oral que era descendiente de conversos.

La compleja actitud hacia quienes desean convertirse La compleja actitud hacia quienes desean convertirse Las intenciones del converso El proceso de la conversión El orden de la conversión La aceptación de los preceptos