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La prohibición de ingerir sangre y la kasherización de la carne

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Juntamente con la autorización a ingerir carne, se nos prohibió comer la sangre de todo animal doméstico, salvaje o ave, «ya que la sangre es la vida (o el alma vital); y no habrás de comer la vida con la carne» (Devarim-Deuteronomio 12:23). Esto es, la sangre tiene una finalidad específica y es la de mantener con vida al animal y por ello está prohibido ingerirla.

Cuando se cocina carne antes de que se le haya extraído la sangre, su ingestión resulta prohibida en virtud de que esta salió del trozo en cuestión para volver a reabsorberse en él. La kasherización de la carne se realiza a través del salado, ya que la sal absorbe la sangre. Esto se realiza de la siguiente manera: primeramente, se enjuaga la carne, luego se procede a salarla en todos sus contornos durante veinte minutos y luego se la vuelve a enjuagar para retirarle la sal junto a la sangre absorbida en esta y de ese modo la carne se torna apta para su consumo. 

Asimismo, se puede kasherizar la carne por medio de su asado, ya que el fuego provoca la salida de la sangre del interior del trozo. Una vez asada, la carne puede ser ingerida así o puede también ser cocinada. Se acostumbra a salar el trozo de la carne poco antes de ser asado. El hígado está repleto de sangre, por lo que no es posible kasherizarlo por medio del salado sino únicamente asándolo. 

En la actualidad, las tiendas acostumbran a vender la carne ya salada con supervisión rabínica, tal como reza en los certificados de kashrut que exhiben, y por lo tanto no resulta necesario kasherizarla en la casa, salvo en el caso del hígado que requiere ser asado.