El precepto de Purim: «hacer de estos, días de banquete y alegría, días de envío de porciones unos a otros y dar presentes a los menesterosos» (Ester 9:22). Así como el decreto había sido tanto sobre el espíritu como sobre el cuerpo, de igual manera la alegría por la salvación debe ser tanto para el espíritu como para el cuerpo. Por ello, además del precepto de leer la Meguilá que expresa el aspecto espiritual de la festividad, se debe llevar a cabo un banquete con bebida y con alegría (ver adelante 10-12). La alegría debe incluir el incremento del amor y la unidad entre los judíos por medio del ‘envío de porciones de unos a otros’ y la entrega de ‘presentes a los menesterosos’ (adelante 14-16), pues la alegría verdadera expresa la expansión de la vida por medio del amor a las demás creaturas y la participación de las personas pobres en ella. De ese modo, se revela también la singularidad de la festividad de Purim, que expresa la unidad en el pueblo de Israel. El decreto del malvado Haman fue contra el pueblo de Israel, sin mediar diferencia entre justos y malvados, pobres y ricos. Por ello, la alegría de esta festividad incluye a la generalidad del pueblo de Israel por medio del envío de porciones unos a otros y la entrega de presentes a los menesterosos.
