El pueblo de Israel El perfeccionamiento de todo El fundamento de la fe en el carácter israelita La característica judía – la búsqueda infinita de la benevolencia y la verdad
- La Cosmovisión de Israel -

El pueblo y la tierra

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El pueblo y la tierra

Todas las revelaciones Divinas a los tres patriarcas de la nación - Abraham, Ytzjak y Ya'akov - versan sobre la promesa de que su descendencia sea numerosa, herede la tierra de Israel y plasme en ella los valores Divinos trayendo así bendición al mundo entero. A nuestro patriarca Abraham - estando en Beit El - le fue dicho:  "Tornaré a tu descendencia como el polvo de la tierra, pues si pudiere el hombre contar el polvo de la tierra, también tu descendencia sería contada. Levántate y recorre la tierra, a su largo y a su ancho, pues a ti te la daré" (Bereshit-Génesis 13:16-17). En virtud de ello, "serán bendecidas por tu causa todas las familias de la tierra" (ídem 12:3). Asimismo, a nuestro patriarca Ytzjak le fue dicho: "Habita en esta tierra y Yo estaré contigo y te bendeciré; pues a ti y a tu descendencia daré todas las tierras éstas - y confirmaré el juramento que había hecho con Abraham, tu padre. Acrecentaré tu descendencia cual estrellas de los cielos y daré a tu descendencia todas las tierras éstas - y serán bendecidas por tu descendencia todas las naciones de la tierra" (ídem 26:3-4). Y así le fue dicho a nuestro patriarca Ya'akov durante su sueño de la escalera: "La tierra sobre la que tú estás acostado, a ti te la habré de dar y a tu descendencia. Y será tu descendencia cual polvo de la tierra e irrumpirás hacia el occidente y el oriente y hacia el norte y el sur. Y serán bendecidas por tu causa todas las familias de la tierra y por la de tu descendencia" (ídem 28:13-14).

La tierra de Israel posee un lugar central en la visión judía y en la revelación de la fe en la unicidad. Según la perspectiva humana común existe una división entre el cielo y la tierra. El cielo es sagrado mientras que todas las cuestiones terrenales están desconectadas y son ajenas a este. El Eterno creó la tierra de Israel, que es la tierra de santidad, de modo tal que se adapte a la revelación de la fe, la Torá y los preceptos, y se la entregó a Israel. Cuando los judíos habitan este país y cumplen con la Torá y los preceptos, el cielo no ignora la tierra y esta no se cierra a él, generándose una sinergia sin igual por medio de la cual se pueden manifestar los valores Divinos en todos los ámbitos de la vida práctica, que a su vez se ven bendecidos. Por este medio se extienden la santidad y la bendición a todo el mundo.

También la recompensa y el castigo del pueblo de Israel se manifiestan en esta tierra. Tal como fue dicho numerosas veces tanto en la Torá como en los profetas, que cuando el pueblo de Israel va por la senda de HaShem la bendición Divina se manifiesta en esta tierra que mana leche y miel. Empero cuando los hijos de Israel pecan, son expulsados de la tierra y esta se torna desierta, hasta que los hijos de Israel se arrepienten y retornan, o hasta que sus transgresiones hayan sido expiadas por medio de sufrimientos, y entonces llega el final del exilio y HaShem reúne a los judíos de todas las tierras en las que habitan y los devuelve a la suya. Entonces, la tierra de Israel vuelve a dar sus buenos frutos.

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