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Las estrictas prohibiciones en lo referente al vino elaborado por gentiles

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Dado que el vino es la bebida más importante y la que más alegra, ejerce una gran influencia en la liberación del ser humano de sus trabas, acerca a las personas unas a otras y genera regocijo, la Torá nos ordenó libarlo junto a los sacrificios para que por medio de su singular fuerza no acerquemos a HaShem. Asimismo, nuestros sabios establecieron que se bendiga sobre una copa de vino en cada alegría asociada al cumplimiento de un precepto, por ejemplo, el kidush y la havdalá de Shabat y festividades. Por otra parte, la ingestión del vino tiene un impacto muy importante sobre las personas, y aquellas con predisposición a la adicción se entregan a su consumo y a raíz de ello pueden realizar acciones deleznables durante su estado de embriaguez. Además, los idólatras libaban vino a sus deidades. Por lo tanto, nuestros sabios fueron muy estrictos en lo referente al vino, haciendo que aquel que fue tocado por idólatras esté prohibido para su consumo o para la obtención de cualquier beneficio, equiparando su estatus al del que fue empleado para una libación pagana. A los efectos de que las personas no se equivoquen, disfrutando u obteniendo beneficio de éste, resulta necesario derramarlo y eliminarlo.

Cuando un gentil no rinde culto idólatra, como es el caso de la mayoría de los no judíos en la actualidad que no se inclinan ante estatuas ni ofrendan vino ante ídolos, no cabe temer que haya libado vino para un rito pagano, pero permanece vigente el temor a la asimilación, y por ello se prohíbe el consumo del vino elaborado por un gentil, pero sí se permite obtener beneficio de él. Incluso en el caso de un vino elaborado por un judío, si un gentil lo tocó con su mano o su boca, queda prohibida su ingestión, pero se permite aún obtener beneficio de él. Si el gentil en cuestión no tocó el vino y simplemente sacudió la botella, por ejemplo, al abrirla, se permite la ingestión. Si el gentil sirvió una copa de la botella, hay quienes lo autorizan y quienes lo prohíben y a posteriori, dado que el gentil no es idólatra, cabe la posibilidad de adoptar una actitud más flexible. Pero no se contrata a un gentil para servir vino para evitar que lo toque y también porque a priori se toma en cuenta la opinión halájica más estricta.

Si el vino fue cocido o pasteurizado, por cuanto que difiere del vino que se solía libar a las deidades paganas, el decreto rabínico restrictivo no recae sobre él y por ende no se prohíbe su consumo en caso de haber tenido contacto con un gentil. Hay quienes adoptan una actitud más estricta, pero en caso de que la situación pueda desembocar en un malentendido o en una ofensa, corresponde proceder según la opinión más flexible.