- Entre el hombre y su prójimo -

"Amarás a tu prójimo como a ti mismo es la gran regla más importante de la Torá"

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"Amarás a tu prójimo como a ti mismo es la gran regla más importante de la Torá"

La relación entre el hombre y su prójimo se basa en dos preceptos generales. El primero es el de amar a toda persona en el pueblo de Israel, y el segundo es la prohibición de odiar a cualquier persona en el pueblo de Israel. El fundamento de estos preceptos es que todos los hijos de Israel somos una gran familia, al punto de que todos debemos sentirnos hermanos los unos de los otros. Tal como fue dicho: "No odies a tu hermano en tu corazón […] Y amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Vaikrá-Levítico 19:17-18). Estos preceptos son el fundamento de toda la Torá, y tal como dijo Rabí Akiva: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo – es la gran regla más importante de la Torá". Otro tanto aprendimos del anciano Hilel, quien dijera al prosélito que deseaba estudiar Torá cuando se sostenía sobre un solo pie: "Lo que te resulta odioso para ti no se lo hagas a tu compañero. Esto es lo esencial de la Torá, el resto son detalles de esta regla general".

La mayor parte de la vida del hombre tiene lugar en el ámbito de las relaciones con su familia, sus amigos y sus vecinos. El amor al prójimo y la prohibición de odiarlo son los pilares sobre los cuales se apoyan la mayoría de los preceptos con los que una persona se encuentra a lo largo de su vida. Si estos fundamentos guían su vida, el resultado será que la mayor parte de las horas del día estará cumpliendo preceptos. Más aún, los preceptos entre el hombre y su Dios dependen de dichos fundamentos, ya que una persona que no ama a sus semejantes y no se priva de hacerlos sufrir, es alguien centrado en sí mismo y sumido en una suerte de burbuja de egoísmo. Es alguien que no es capaz de ver el mundo tal cual es en verdad, y por ende es incapaz de abrirse a la fe en HaShem. El paso del estrecho egoísmo a las amplitudes de la fe es posible y se realiza por medio del amor, a través del cual la persona se identifica con su semejante y desea su bien tal como desea el suyo propio y de esa forma puede conectarse a la visión de reparación del mundo según la guía de la Torá y los preceptos.

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La definición del precepto de amar

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La definición del precepto de amar

En la práctica, una persona no puede conocer a todos sus hermanos los hijos de Israel y expresar hacia ellos amor, sino que el amor y la responsabilidad por los semejantes se manifiesta en diferentes círculos: el círculo interior de la pareja, a su alrededor el de los parientes en primer grado, luego el de los amigos y parientes de segundo grado, luego el de los amigos y vecinos, y así sucesivamente. ¿Cuál es el significado del precepto general de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" respecto a la generalidad del pueblo de Israel? Consiste en tener un sentimiento de fraternidad con todo Israel, de tal modo que desee el bien de todo hijo de Israel tal como desea el suyo propio. En caso de presentársele un judío que se encuentra en problemas, si tiene la capacidad de ayudarle, lo hará, tal como le gustaría que lo ayudaran a él.

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El respeto al ser humano que fue creado a imagen de Dios

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El respeto al ser humano que fue creado a imagen de Dios

Según la opinión de Ben Azai existe una regla general más importante aún que la de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" y es la del respeto y dignidad del ser humano y su responsabilidad por sostener y mejorar el mundo, los cuales se derivan del hecho de que fue creado a imagen de Dios, tal como fue dicho: "Este es el relato de las generaciones de Adam. Cuando creó Elohim a Adam, a semejanza de Elohim le hizo" (Bereshit-Génesis 5:1), y en efecto, fue dicho: "Creó Elohim al Ser Humano a Su Imagen, a la imagen de Elohim le creó: macho y hembra Él los creó" (ídem 1:27). El significado de la imagen y la semejanza de Dios con las cuales fue creado el hombre es que posee libre albedrío, y a semejanza de Dios, puede cambiar su situación y la del mundo para bien o para mal. Otra ventaja de esta trascendente regla acerca del respeto por el ser humano y su responsabilidad es que rige para todos los seres humanos de todas las naciones por igual.

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La relación entre el hombre y su prójimo – el pórtico a la revelación de la Luz Divina en el mundo

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La relación entre el hombre y su prójimo – el pórtico a la revelación de la Luz Divina en el mundo

A pesar de la importancia del principio general que se ocupa del respeto al ser humano y su responsabilidad, la postura aceptada en el pueblo de Israel es que el fundamento de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" es más importante por implicar un mayor compromiso. Según este principio, no alcanza con respetar al semejante y su capacidad de elegir el bien, sino que es necesario amarlo y actuar en aras de su beneficio. Además, por medio del amor el ser humano trasciende los límites de su egoísmo y accede a revelar la imagen Divina que anida en su interior. Esto se debe a que HaShem creó al hombre y le insufló un alma Divina, sin embargo, a fin de que los seres humanos fueran autónomos en elegir por el bien, el Eterno ocultó Su luz de este mundo. Cuando un ser humano se encuentra con otro mediando entre ellos un sentimiento sincero de amor, y lo ayuda en su desgracia o se regocija junto a él en su alegría, la imagen Divina que anida en su compañero se torna visible para él, y como contraparte su propia alma se torna radiante, pudiendo alcanzar la fe y conectarse a Dios. Los preceptos entre el hombre y su prójimo nos encaminan hacia esto. 

Además, junto a la expresión de la libertad individual de cada ser, se han generado en el seno de las creaturas surgieron divisiones, competencias y disputas. El gran desafío que se le presenta a la humanidad es el de revelar la unidad interior existente, cuya base anida en el hecho de que un solo Dios creó y vivifica todo cuanto existe. De ese modo se podrá demostrar cómo por medio de la fe, el amor y la justa cooperación la bendición se extiende sobre todos desde su origen Divino. El precepto de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" es la base para ello.

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La prohibición de humillar a un ser humano

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La prohibición de humillar a un ser humano

El ser humano fue creado a imagen de D's, y por ello debe ser respetado, y está prohibido humillarlo, aunque no perciba o sea consciente de la humillación, tal como fue dicho: "No maldecirás al sordo" (Vaikrá-Levítico 19:14). Esto significa que está también prohibido humillar a quien no sabe ni escucha que se lo está humillando. Asimismo, una persona que contrata obreros debe ser cuidadoso de su honor, y no adjudicarles labores humillantes ni impartirles órdenes de un modo altanero y degradante. Toda persona que ve o escucha que se está humillando a alguien, corresponde que se conmocione y sienta como si él mismo hubiese sido agredido. Dijeron nuestros sabios: "Quien alza una mano amenazante contra su compañero, aunque no lo golpee, es denominado malvado. Quien golpea su mejilla, es como si golpease el rostro de la mismísima Divina Presencia". Por cuidar la dignidad humana es preceptivo enterrar al muerto de inmediato para que su cadáver no sea denigrado. Se debe enterrar dignamente incluso a los soldados del enemigo (Yejezkel-Ezequiel 39:13).

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La dignidad humana

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La dignidad humana

En virtud del respeto que merecen el ser humano y su vida, corresponde respetar a las madres de numerosos hijos y a las mujeres embarazadas, en cuyo vientre se está desarrollando un nuevo ser. Asimismo, para honrar la dignidad humana se debe respetar a personas sobresalientes en sus áreas, por ejemplo: sabios, científicos, emprendedores, artistas y semejantes, ya que en cada una de estas personas su talento manifiesta la grandeza inherente del ser humano, y al respetarlos la especie humana toda se ve honrada. Por ello, se debe respetar a todo ser humano, ya que todo ser creado a imagen de D's, esta, manifiesta una de Sus singularidades.

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Quien se siente ofendido por su compañero debe reprenderlo

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Quien se siente ofendido por su compañero debe reprenderlo

Una persona que se siente ofendida o agredida por su compañero está preceptuada de reprenderlo para que el agresor entienda que su accionar o sus palabras resultaron hirientes y puedan entonces reparar la buena relación que tenían. Tal como fue dicho: "No odies a tu hermano en tu corazón. Reprenderás a tu hermano para que no cargues con la culpa […] Y amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy HaShem" (Vaikrá-Levítico 19:17-18). Si la persona ofendida oculta su sentir, guardando odio en su corazón (al agresor), está transgrediendo la prohibición de odiar y se excluye del cumplimiento del precepto de reprender y amar a su compañero. Dado que el objetivo último es corregir y no excluir o envanecerse, el reproche debe ser expresado de un modo respetuoso con el cuidado de no ofender o causar dolor innecesariamente al reprendido. A veces, resulta que el agresor no tenía intención alguna de ofender y tras saber que su conducta resultó ofensiva se disculpa y se cuida de no volver a incurrir en ella, resultando que no era necesario enojarse con él, sino que alcanzaba con realizarse la observación con calma y afecto. A veces, resulta que la ofensa era fruto del error, y si alguien tenía que ofenderse era el mismo compañero, por lo que quien le reprende debe finalmente disculparse por haber sospechado erróneamente de la conducta del primero. Por ello, quien reprende debe hacerlo en un tono de duda y predispuesto a escuchar la respuesta de su prójimo. 

Aun cuando el ofendido esté convencido de que su reproche no será de utilidad, ya que su compañero suele conducirse con las demás personas siempre de un modo altanero, está preceptuado de reprenderlo de un modo respetuoso ya que siempre existe una cierta posibilidad de que sus palabras permeen en el corazón del agresor. Incluso si rechazara el reproche, es de suponer que, si cada persona que se siente ofendida por su conducta se lo hace saber, con el correr del tiempo mejorará un poco su comportamiento.

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No te vengarás ni guardarás rencor

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No te vengarás ni guardarás rencor

Cuando una persona se siente agredida u ofendida por su compañero y evita reprenderlo puede desarrollar en su interior odio hacia él deseando vengarse de él o al menos encontrarseguardando rencor, por lo que la Torá nos advirtió ordenándonos: "No odies a tu hermano en tu corazón. Reprenderás a tu hermano, para que no cargues con la culpa. No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Y amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy HaShem" (ídem, ídem). 

¿Cómo son la venganza y el rencor que la Torá prohíbe? Reubén pidió prestado el martillo a Shim'ón y este se negó a prestárselo. Al día siguiente Shim'ón fue a pedirle a Reubén que le prestara el destornillador. Si Reubén le dijera a Shim'ón: "Dado que ayer no aceptaste prestarme el martillo no te prestaré el destornillador" - estaría transgrediendo la prohibición de 'No te vengarás'. Si le dijera: "Mira como no soy un malvado como tú, que tú no quisiste prestarme el martillo, y yo me apiado de un desgraciado como tú, te prestaré el destornillador", – estaría transgrediendo la prohibición de 'No guardarás rencor'. Dijeron nuestros sabios: ¿A qué se asemeja esto? A una persona que iba caminando, se tropezó y al caer su mano resultó lastimada. ¿Resulta lógico que la mano tome un martillo y quiebre a la pierna en venganza por la herida recibida con la caída? Así deben sentirse los hijos de Israel, como una única alma dividida en numerosos órganos, por lo que no es correcto que cuando una persona se sienta ofendida por su compañero le retribuya su inconducta incrementando así el dolor y el sufrimiento.

Entonces, ¿qué debe hacerse? Lo mejor es reprender al compañero de modo cariñoso y amistoso para evitar que se desarrolle el rencor entre ambos. Es mejor hacerlo antes de que el compañero en cuestión venga a pedir un favor, porque en ese caso la reprimenda puede resultar ofensiva. En caso de que a pesar del valor intrínseco del precepto de la reprimenda, la persona ofendida decida abstenerse de realizarla, bien porque le dé vergüenza o porque tema que esta pueda empeorar la situación – debe anular el rencor del interior de su corazón, ya que si no lo reprendió no tiene derecho a enojarse con él. Si bien está en su derecho de alejarse un poco para no verse afectado, tiene prohibido comportarse con él con hostilidad o ignorarlo. En caso de encontrarse, lo habrá de saludar, y si le pide un favor lo habrá de ayudar con buen corazón. 

Por medio del cumplimiento de estos preceptos la mayor parte de los pleitos se apaciguan porque aun cuando una de las partes se hubiese conducido incorrectamente, mientras que la otra sea cuidadosa de no conducirse vengativa o rencorosamente, el conflicto no habrá de incrementarse. Quien consigue superar su instinto y evitar el odio al prójimo, la venganza y el rencor, alcanza la virtud de la humildad que le permite contemplar al mundo con una mirada positiva, alegrarse en su vida y encaminar sus energías al desarrollo de sus habilidades y la compleción de su fin último. Además, conseguirá tener más amigos y menos enemigos.

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Juzgar benévolamente (Ladún le-kaf zejut)

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Juzgar benévolamente (Ladún le-kaf zejut)

Es preceptivo juzgar benévolamente al prójimo, tal como fue dicho: "Con equidad habrás de juzgar a tu prójimo" (Vaikrá-Levítico 19:15). O sea, cuando es posible interpretar las acciones del prójimo tanto positiva como negativamente – es preceptivo darle una interpretación positiva. En todo ser humano existen aspectos buenos y malos, por lo que casi cada acción puede ser interpretada tanto positiva como negativamente y, en definitiva la pregunta es qué es más importante. En este precepto la Torá nos enseña que lo principal es el bien, pues el ser humano verdaderamente aspira a él. Más aún, cuando una persona juzga favorablemente a su prójimo cambia la realidad para bien, estimula y empodera los aspectos positivos, tanto los suyos como los de sus compañeros.  

Esto es así a condición de que la interpretación positiva sea lógica, pero si resulta difícil racionalmente interpretar para bien la acción o las palabras,  no es preceptivo hacerlo. Sin embargo, cuando se trata de una persona justa, aunque haya realizado una acción que resulta difícil de interpretar positivamente, mientras resulte posible de alguna forma hacerlo, es preceptivo juzgar la situación para bien. Eso también resulta ser lo más lógico, ya que una mala acción contradice el carácter y las aspiraciones de la persona justa, por lo que cuanto más virtuosa es la persona, la lógica indica que es necesario esforzarse para juzgarlo favorablemente. 

Por el contrario, cuando se trata de una persona malvada, dado que optó ir por el mal camino, aunque sus acciones puedan ser interpretadas positivamente - es acertado no hacerlo. Y aunque a veces también el corazón del malvado aspira internamente al bien, dado que en la práctica optó por hacer el mal, la lógica indica que la generalidad de sus acciones está mal intencionada y por ello no debe ser juzgado favorablemente.

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Hablar mal del prójimo, difamación y habladurías

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Hablar mal del prójimo, difamación y habladurías

Está prohibido hablar mal del prójimo (lashón hará), esto es, relatar cosas verdaderas a fin de afrentar a la persona. Más grave aún es el acto de difamar (motzí shem rá) que implica relatar mentiras en perjuicio de la persona. Menos grave que hablar mal del prójimo son las habladurías (rejilut), o sea, cuentos y detalles sobre la vida personal del prójimo. Si bien las habladurías no implican necesariamente hablar mal de nadie, están prohibidas por la Torá porque violan la privacidad de una persona, la cual no está interesada en que se difundan relatos o detalles de su vida personal. Sin embargo, si se trata de hechos que son por todos conocidos no estará prohibido mencionarlos, siempre y cuando esto no se haga en un contexto de burla u odio.

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¿Cuándo se permite hablar negativamente de una persona?

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¿Cuándo se permite hablar negativamente de una persona?

Es preceptivo salvar a un compañero de un daño o un obstáculo. Por lo tanto, quien ve personas que dañan la propiedad ajena, tanto voluntaria como involuntariamente, en caso de que los perpetradores del daño no estén dispuestos a hacerse responsables y pagar por este, se debe reportar esto al dueño del patrimonio dañado para que pueda demandar compensaciones. En reglas generales, la prohibición de hablar mal del prójimo viene a evitar sufrimiento innecesario a la persona y no tiene como propósito servir como escudo para delincuentes o perpetradores de daños. 

Asimismo, cuando Reubén tiene la intención de hacer un negocio determinado y pregunta a Shim'ón si un fulano es o no de confiar, si Shim'ón sabe que se trata de alguien no confiable deberá informar de ello a Reubén para salvarlo del posible perjuicio. Sin embargo, deberá cuidarse de no exagerar en sus críticas y en caso de que estas no sean por completo seguras deberá enfatizar que se trata de una sospecha. Tampoco habrá de hablar con odio sino para salvar a Reubén de un error o un daño. Reubén, tras escuchar el informe negativo deberá agradecer a Shim'ón que accedió a ayudarlo, pero al mismo tiempo no deberá creer que el informe recibido sea totalmente cierto pues hasta la persona más justa puede equivocarse a la hora de juzgar al prójimo. De igual manera, es posible que en el pasado el fulano en cuestión haya sido un embaucador y en el interín haya retornado en teshuvá por lo que a pesar de que en la práctica no habrá de hacer negocios con él por temor a ser engañado, su actitud básica para con él debe permanecer positiva y respetuosa.

Lo mismo debe ocurrir respecto a figuras públicas que se presentan a las elecciones. Está permitido relatar sobre ellos hechos verídicos que resulten de interés público a condición de que brinden una imagen completa que incluya tanto defectos como virtudes, sin incurrir en exageraciones en cuanto los primeros y sin que medie odio. Todo esto aplica cuando el candidato es una persona común y básicamente buena como la mayoría de la gente pero que carga con algunos defectos por efecto de los cuales resulta conveniente escoger a otro candidato mejor. Pero en el caso de un candidato que eligió encaminarse hacia el mal, por medio de un delito personal, o bien expresando odio a los aspectos sagrados de Israel, está permitido hablar hostilmente de él para alejar del error a las demás personas evitando que lo sigan. No obstante, también en este caso está prohibido mentir o exagerar a la hora de exponer sus aspectos negativos.

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Decir algo que no es cierto en aras de que reine la paz

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Decir algo que no es cierto en aras de que reine la paz

En el caso de que entren en conflicto la verdad y la paz, por ejemplo, si decir la verdad puede causar una ofensa o un conflicto, nuestros sabios indican que es mejor decir algo que no es cierto en aras de preservar la paz. Aprendimos en la Torá que HaShem cambió una palabra por otra en aras de que reine la paz. Cuando D's anunció a nuestra matriarca Sará que tendría un bebé, esta se rió diciendo: "¿Cómo habré de dar a luz tras haber perdido mi lozanía (fertilidad) y con un marido viejo?" Sin embargo, cuando HaShem le narró esta conversación a Abraham solo le mencionó que Sara dijo de sí que había llegado a una edad infértil, mas le ocultó que dijo que su marido era ya muy anciano, ya que cualquier persona puede ofenderse al escuchar que su mujer piensa que está viejo. 

Si profundizamos, veremos que no hay conflicto entre el valor de la verdad y el de la paz, sino que la tensión se da entre la verdad exterior y la interior. La verdad interior es que los seres humanos desean vivir en paz los unos con los otros, ya que fueron todos creados por un solo Creador, y solamente las complejidades mundanas son aquellas que generan discusiones y pleitos entre ellos. La Torá nos ordenó preferir la verdad interior por sobre la exterior, a condición de que por medio de este cambio de una palabra por otra el compañero no se vea perjudicado. Pero si alguien sabe quién es la persona que perjudica a su compañero debe contarle la verdad para que el perjudicado pueda protegerse y salvarse.

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El agradecimiento

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El agradecimiento

Es preceptivo para el hombre contemplar y valorar todo el bien que su familia y amigos le dispensan, tanto sea por la ayuda que le prestan o por las palabras de halago y de estímulo que le dirigen y ha de agradecerles por todo ello. En este reconocimiento, la persona da a entender que la relación benévola hacia él no se da por sentada y que le corresponde agradecer por ella. Por medio del agradecimiento la bendición se multiplica, ya que este potencia el significado de todas las buenas acciones y amables palabras, estimulando a la persona a continuar prodigando el bien. El desagradecido, sin embargo, peca de soberbia y bloquea el flujo de la abundancia y la bendición, amén de que no será feliz porque siempre sentirá que no fue tratado lo suficientemente bien y que merece mucho más.

Es también preceptivo agradecer educadamente y con buen corazón a personas extrañas por toda ayuda o gesto, aun cuando su ayuda fue prestada en el marco de sus obligaciones laborales. Por ejemplo, en el caso de los cajeros en el supermercado, el personal de atención en las tiendas o los funcionarios en general. Resulta preceptivo agradecerles, ya que corresponde valorar a cada persona que cumple con su función y brinda ayuda al prójimo.

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No hacer sufrir al prójimo

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No hacer sufrir al prójimo

Es preceptivo para toda persona ser sensible con su prójimo y no hacerlo sufrir. No habrá de empujar personas al caminar, no se adelantará a otros en la fila, no abrirá una ventana en un día frío si a su compañero esto le puede molestar, etc. Tal como dijera el anciano Hilel en cuanto a que lo principal de la Torá es que "aquello que detestas, no se lo hagas a tu compañero". Y esto no se refiere a que si una persona no sufre de ruido o barullo, podrá hacerlo delante de otros. Por el contrario, así como él no soporta determinadas cosas que le molestan de igual manera debe abstenerse de hacer cosas que molesten a otros. Por lo tanto, tendrá cuidado de no hacer ruido junto a su compañero, en cada sitio según lo apropiado y lo comúnmente aceptado. Por ejemplo, junto a quien precisa concentrarse en su estudio o su trabajo es necesario tener el cuidado de no emitir siquiera sonidos leves. Cuando una persona se encuentra en el jardín debe evitar gritar de modo tal que obligue a los vecinos a escucharle. De igual manera, por la noche, en horas en las que la gente duerme y estando en la proximidad de edificios y viviendas, es preciso tener cuidado de no alzar la voz y no conducir su automóvil de modo ruidoso. Asimismo, es menester cuidar de no arrojar desperdicios en espacios públicos, y obviamente, no dejar allí vidrios rotos u otros objetos que pudieran dañar a los transeúntes.